Lee Joon-seok, de 68 años, fue condenado por homicidio negligente grave al haber abandonado la nave en primer lugar sin atender a la seguridad de los pasajeros en el naufragio del 16 de abril que acabó con la vida de 304 personas, la mayoría estudiantes de bachillerato de 16 y 17 años.

Es lo que dictó el Tribunal de Distrito de Gwangju, al suroeste de Corea del Sur, en la sentencia del mediático juicio a los 15 tripulantes supervivientes que comenzó el pasado 10 de junio.

El juez también condenó a 30 años de cárcel al jefe de máquinas, a 20 años al primer oficial, a 15 años al segundo oficial y a penas de entre 5 y 10 años de prisión al resto por omitir su deber de socorro mientras se hundía el transbordador en aguas al suroeste del país.

Tanto los fiscales, que habían solicitado la pena de muerte para el capitán, como los familiares de las víctimas reaccionaron con indignación tras conocer la sentencia, que consideran demasiado benevolente.

"¿Es este el precio de la vida de nuestros hijos?", gritó al juez uno de los 30 familiares presentes en la sala tras conocer la sentencia, mientras la Fiscalía se apresuró a anunciar que recurrirá el fallo.

El tribunal de Gwangju coincidió con los fiscales al considerar que el capitán era responsable del homicidio de 304 personas pero desestimó la acusación de que sus actos fueran intencionados y por eso le impuso 36 años de prisión en lugar de la pena de muerte, que no se aplica en Corea del Sur desde 1997.

En todo caso, algunos expertos consideran dura la condena impuesta al capitán tanto por su avanzada edad -probablemente pasará el resto de su vida en la cárcel- como por la jurisprudencia de los tribunales surcoreanos que raramente imponen penas de más de 30 años.

Así, tras el juicio los medios en Seúl también dieron por hecho que tanto el capitán como los 14 tripulantes recurrirán la sentencia al considerar las penas excesivas, por lo que el proceso podría llegar al Tribunal Supremo.