Con decenas de banderas argentinas flameando en la Plaza San Pedro, Francisco habló de la misericordia de Dios, en un tono sencillo, contando anécdotas y manteniendo un diálogo coloquial con los fieles presentes.

En un mañana fría y nublada en Roma, el Papa argentino agradeció a los fieles llegados de todas partes del mundo para participar del rezo de este mediodía y se despidió con una frase habitual del ex arzobispo de Buenos Aires: "Recen por mi".