En cada una de las jornadas que se extendieron desde las 17 hasta la 1 de la mañana, chicos provenientes de diferentes lugares del país, acompañados por sus padres, tíos o abuelos, poblaron los rincones del arbolado bosque, donde los esperaban espectáculos para todos los gustos.

Así, en cinco escenarios temáticos, se los veía reír a carcajadas y participar en un clima de distención absoluta que permitió que teatristas y talleristas pudieran mostrar un amplio abanico de propuestas.

El tradicional festival, organizado por la municipalidad de Necochea y el Ministerio de Educación de la Nación a través de su canal infantil Pakapaka, este año redobló la apuesta y superó las expectativas a nivel convocatoria, con funciones abarrotadas de gente.

“Tuvimos el doble de funciones que el año pasado y así superamos las 100”, destacó Marcelo Lirio, quien es productor general del encuentro por tercer año consecutivo.

En una suerte de balance, Lirio contó que en este 2015 “el desafío fue salir a localidades aledañas dentro del mismo partido, donde tuvimos un recepción hermosísima, recibimos el agradecimiento de los niños porque Pakapaka fue allá con el festival y en cada lugar -La Dulce, Juárez, Ramón Santamarina y Claras- hicimos tres o cuatro funciones”.

En el parque podía a verse a chicos corriendo, desplazarse con libertad y descubriendo cada espacio. Pasaban de pintar o de jugar en la popular kermesse del “Asombroso Mundo de Zamba”, a sumirse en la aventura a través del tiempo presentada por Los Cazurros en el colorido anfiteatro –con capacidad para 3.000 personas-, donde ofrecieron tres funciones desbordadas de familias.

El gran trabajo de producción, que involucró a un total de 240 personas, permitió que mientras algunos elegían sumergirse en el universo íntimo que proponía la carpa Violeta –dedicada a las obras que requerían más atención o de un contexto más cerrado como es el caso de los títeres-, otros se inclinaran por la música en los recitales que se ofrecían en el escenario principal.

Los mimos, clowns, malabaristas y el teatro aéreo tuvieron su espacio exclusivo, el escenario Ruedo de Circo, donde la noche y el arbolado bosque se convertían en el marco ideal y poético para este tipo de propuestas que invitan a la imaginación y la risa.

Por la Carpa Azul  (del Ministerio de Educación de la Nación) estuvo ubicada en un lugar de mucho tránsito, donde el que pasaba pudiera detenerse a mirar la variopinta oferta, mientras que el escenario Turquesa exponía lo que Pakapaka empezó a probar a fines del año pasado, como espectáculo de cocina, “Otra vez sopa”, y  los talleres de movimiento que propone el canal.