El cantante canadiense Michael Bublé mostró que su buena voz, el sólido acompañamiento musical y un carisma arrollador son la fórmula del éxito que le han permitido llenar los teatros de Córdoba, Rosario, y tres Luna Park, en los que desarrolló a una mezcla audaz de música pop, con swing.

Cuando apareció enfundado en un sobrio traje negro, y camisa blanca, cantado “Cry me a river” quedó claro que es poseedor de un voz dúctil, no muy amplia en el registro, pero que sabe cómo
manejarla, y usarla en cada interpretación.

A partir de esa entrada, el cantante canadiense comenzó a mostrar un carisma a prueba de balas. “Hola Buenos Aires. Aquí soy Michael Lopilato”, dijo en su simpático español, como para romper el hielo y dejar en claro que sabe todo lo que se espera de él y de su espectáculo.

“Esta noche no habrá un show, esta noche habrá una fiesta”, dijo sonriente y entrador Michael, ante un público receptivo, compuesto tanto por gente joven, como por mayores, muchos vestidos con grandes galas como para un casamiento.

Alguna vez se cayó en el lugar común de llamarlo el “Frank Sinatra Canadiense” pero Bublé es algo distinto. Si bien tiene una “big band” detrás, y una estética que lo remite a los grandes “crooners” que brillaron en la década del 50, lo cierto es que su fraseo y su comportamiento en el escenario lo muestra como lo que es, un cantante de “30 y pico de años” en 2012.

Y es por eso que puede mezclar desde sentidas versiones y tomar riesgos, como la de cantar “Georgia on my mind”, pasando por el swing más festivalero de “Mack the knife”, junto a baladas pop, como “Feeling Good” o “Everything”.

Acá hay que hacer un alto y destacar que, en esta oportunidad, trajo a toda su banda, o gran parte de ella.

Alguna vez los productores volverán a poner en los programas quiénes son los músicos que acompañan al cantante de turno, y no solo publicidades de restaurantes.

Pero más allá de la crítica, lo cierto es que el conjunto de guitarra, bajo, un baterista sobrio pero muy, muy exacto, una segunda guitarra que alternaba con los teclados, y un octeto de vientos compuesto por tres saxos, dos trombones, y tres trompetas, le dieron el soporte necesario para que Bublé, sin ningún tipo de coro, mostrara sus dotes de intérprete.

Así entre “standars” del jazz y baladas pasó la primera hora de concierto hasta que llegó el tiempo de “Save the last time for me”, una especie de cha-cha-chá que abrió paso a una segunda parte más festiva.

Allí apareció su versión de “Billie Jean”, de Michael Jackson, con pasito y todo incluido, para dar paso a una no tan resuelta interpretación de “Twist y Gritos”, el tema que popularizaron Los Beatles.

Ya tenía al público en el bolsillo. “Parece el gordito del colegio, que unos años después, se ganó la chica más linda”, ironizaba una hermosa mujer que no podía dejar de aplaudir cada tema.

Cruzó toda la platea del Luna Park, se subió a una tarima cerca de la Popular, y allí, junto a los integrantes de Naturally 7 - el grupo telonero que durante media hora tuvo a todo el Luna Park extasiado y aplaudiendo- hizo un par de temas, incluido “Home”, coreado por todo el público.

No cayó en el lugar común de hacer subir al escenario a su esposa Luisana Lopilato, pero sí dio cuenta de su amor con “Todavía no te he conocido”, y alcanzó puntos máximos de interpretación con el soul “Me and Mrs Jones”.

Para lo último, y como muestra de su dominio de la escena, hizo que las 3.000 personas que colmaron el Luna guardaran silencio, y él, a capela, sin micrófono, terminó cantando, mostrando sus dotes de un intérprete que todavía tiene mucho para dar.