“La experiencia más bonita que he tenido como deportista ha sido participar en unos Juegos Olímpicos”, afirma el baloncestista español Marc Gasol, estrella de los Memphis Grizzlies y subcampeón olímpico en Pekín 2008. Más que su gran resultado deportivo, Gasol recuerda con entusiasmo “el día a día de la Villa Olímpica, ir a ver las competiciones de tenis o de natación y la convivencia con otros deportistas”. Incluso los más veteranos, afirma, se sienten “como niños pequeños” ante tanta figura.

Para muchos atletas que acuden a los Juegos sin posibilidades reales de ganar el oro, convivir quince días con los mejores les sirve de estímulo para superarse e intentar alcanzar a las estrellas. Así le sucedió a la pertiguista cubana Yarisley Silva en la cita olímpica Pekín, cuando compartir pista con las rusas Yelena Isinbayeva y Svetlana Feofanova o la estadounidense Jennifer Stuczynski –las tres medallistas- marcó su vida deportiva y le ha valido de empujón para mejorar sur marcas en las temporadas posteriores. Ahora, sueña con fotografiarse en Londres “con la saltadora de altura croata Blanka Vlasic”, que se le escapó en la capital china.

La ciclista colombiana María Luisa Calle, bronce en Atenas 2004, disputará en Londres sus cuartos Juegos Olímpicos. En su caso, el reto consiste en hacer frente a una prueba nueva, el Omnium, una competición que combina seis disciplinas diferentes, unas de velocidad y otras de resistencia. Ahora más que nunca, Calle vivirá los Juegos “muy concentrada” en lo suyo: no quiere distracciones. “Yo veo que los demás deportistas que van a los Juegos se toman fotos unos con otros. Yo, ni me doy cuenta de quién me pasa por al lado. Estoy tan concentrada que no me fijo en los demás”, confiesa la pedalista.

También atesora ya experiencia olímpica la mexicana Paola Espinosa, bronce en Pekín 2008 en plataforma sincronizada. Tras ganar la medalla, la gran clavadista podrá contar a sus descendientes la experiencia surrealista por la que pasó para salir de China: en la tarjeta de embarque su apellido figuraba escrito con ‘z’, ‘Espinoza’. La no coincidencia con el nombre del pasaporte la retuvo varias horas en el aeropuerto de Pekín. “Los chinos no atendían a razones”, cuenta ahora divertida, recordando el mal rato de entonces.

Dentro y fuera de los estadios, todas las experiencias olímpicas son imborrables para un deportista. Y quienes no las tienen, lo lamentan. El portero del Real Madrid y de la selección española de fútbol, Iker Casillas, campeón del mundo y de Europa, ha confesado en alguna ocasión que una de sus frustraciones es no haber disputado nunca unos Juegos Olímpicos. Comparte esta pena con uno de los dioses del universo futbolístico, Pelé, que intentó cubrir esta laguna siendo uno de los portadores de la Llama Olímpica de Pekín. ‘0 Rey’ lloró de emoción mientras corría con la antorcha en la mano. “Dios siempre me ofreció lo mejor para mi vida y ahora que la Llama Olímpica recorre el mundo, me ha tenido en cuenta”, declaró Pelé sobre su experiencia, una pequeña experiencia ‘semiolímpica’.