El ciclista Rigoberto Urán, el levantador de pesas Óscar Figueroa y la judoca Yuri Alvear, le han entregado al país andino las tres únicas medallas en los presentes Juegos Olímpicos de Londres, justas que cada cuatro años reúne a los mejores deportistas del mundo.

Urán, quien enlazó una inesperada presea de plata en la ruta nació en 1987 en una familia humilde en Urrao, Antioquia, en la que su padre, también Rigoberto, salía adelante vendiendo boletos de lotería.

Sin embargo, la vida de la familia Urán cambió radicalmente para mal en 2001: cuando el joven Rigoberto tenía tan solo catorce años, su padre fue asesinado por los paramilitares en una calle del pueblo.

Ante su ausencia, el joven 'Rigo', como le apodan desde niño, asumió el papel de locomotora del hogar para mantener a su madre Aracelly y a su hermana Martha.

Un año más tarde y gracias a sus dotes para el deporte, entró al Programa Orgullo Paisa, que reclutaba jóvenes para la práctica del deporte, especialmente el ciclismo.

Tras pasar por diversos equipos europeos, hoy por hoy milita en las filas del conjunto Sky junto al británico Bradley Wiggins, ganador del Tour de Francia, y considerado uno de los tres mejores equipos ciclistas del mundo.

Ahora, la familia Urán, que sigue viviendo en Antioquia, goza de las mieles del triunfo de 'Rigo', al que le auguran éxitos no solo para otra cita olímpica, sino para ser el primer colombiano en ganar un Tour de Francia o un Giro de Italia.

La historia del segundo metal colombiano no es menos traumática: la familia de Óscar Figueroa, medalla de plata en -62 kilogramos de halterofilia en Londres, tuvo que desplazarse de su hogar acosado por la violencia.

Para salvar sus vidas, la familia Figueroa tuvo que abandonar el municipio de Zaragoza, también en Antioquia, porque así se lo exigieron los grupos armados, un drama que afecta a cientos de miles de personas en Colombia.

Buscando mejores horizontes y con lo poco que pudieron llevar, los Figueroa se instalaron en Cartago, en el Valle del Cauca.
Su fuerte nunca fueron los estudios pero los deportes le abrieron las puertas a otros campos en donde ha brillado con luz propia.

Después de cumplir el tiempo requerido como soldado se dedicó por completo a las pesas, en donde ha sido quinto en los Olímpicos de Atenas 2004, medalla de plata en el Mundial de Santo Domingo (2006) y oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara (México 2011).
La tercera medalla colombiana, esta de bronce, pertenece a la judoca Yury Alvear; a ella no la ha perseguido la violencia, pero sí la pobreza, de la que ha logrado separarse a punta de constancia, disciplina y ganas de salir adelante con su familia.

Su trayectoria ha sido difícil, el judo cuenta con escaso apoyo gubernamental en Colombia y a Alvear le tocó organizar fiestas, rifas y bingos para reunir fondos y poder viajar a competencias internacionales.

Los padres de Alvear, una lavandera y un trabajador de la construcción la han arropado y ayudado en sus viajes.
En 2009 se proclamó campeona mundial en Rotterdam (Holanda), séptima en los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín y tercera en el Mundial de este año, en Varsovia (Polonia).

Tras conquistar el bronce en Londres, el alcalde de Jamundí, la población del Valle del Cauca donde reside con su familia en un humilde hogar anunció que se le entregará una casa y la declararán Hija Ilustre del municipio.
Esta es la historia de sufrimiento y superación de los medallistas de Colombia, uno de los países latinoamericanos con más desigualdad entre ricos y pobres y azotado por un conflicto armado que afecta a millones de sus ciudadanos.