Hace 14 años falleció Miguel Gila, el gran humorista oriundo de España, precisamente de la ciudad de Madrid. Su característica principal eran diálogos por teléfono donde utilizaba la famosa muletilla “¡Que se ponga!”.
 
Luchó en la Guerra Civil, en el bando republicano, logrando salvarse de un pelotón de fusilamiento porque los verdugos estaban borrachos. Esta experiencia lo marcó para siempre y lo aprovechó para inspirarse en sus monólogos.
 
Su gran éxito llegó en 1951, cuando actuó en Madrid como espontáneo en el teatro de Fontalba, donde contó un improvisado monólogo sobre su experiencia como voluntario en una guerra.
 
Buenos Aires fue una parte muy importante en su vida. Se mudó en 1968, puso una compañía de teatro y fundo la revista satírica “La gallina”. También participó con sus  unipersonales en el programa “Sábados circulares”.
 
En 1985 regresó a España donde falleció en 2001 a causa de una insuficiencia respiratoria. Lo recordamos con uno de sus mejores monólogos.