A Lula lo aplaudí de pié y hasta que me dolieron las manos. Me dieron ganas de gritarle: “No te mueras nunca, Lula”. Es que anoche se mostró como un estadista sabio, un hombre de una sensibilidad extraordinaria y con un carisma incomparable. Tanto el gobernador José Manuel de la Sota como Hugo Moyano, justo un 17 de octubre, lo definieron como una suerte de Perón brasileño. Siempre son polémicos esos rótulos y odiosas las comparaciones.

Pero no hay dudas de que Lula es un político de una dimensión única. Tampoco es del todo conveniente comparar las convicciones y las realizaciones de Lula con las de la presidenta Cristina Fernández, pero se imponen por si solas. Lula consolidó una transformación social que llevó a 40 millones de pobres a la clase media. La misma cantidad que toda la población argentina. Y lo hizo en paz, sin odios ni fracturas sociales irreconciliables. Dijo anoche que su madre le recomendó hacerse respetar sin ofender a nadie y no agachar la cabeza nunca. Esa actitud de dignidad, Lula no la convirtió en un arma de ataque a los demás.

Fue el combustible que le permitió retirarse del poder con el 87% de imagen positiva, algo sin antecedentes en la historia del Brasil. ¿Qué hizo frente a semejante apoyo? Le prohibió a sus compañeros del partido que hicieran cualquier movimiento para reformar la constitución y buscar una reelección. Hubiera ganado de taquito. Pudo hacerlo, pero no quiso. Se autolimitó porque cree profundamente en la alternancia como génesis de la democracia. Y aclaró que no solamente cree en la alternancia de los hombres, también de los sectores sociales que tienen que gobernar. Incluso tuvo la misma actitud cuando fue elegido por primera vez secretario general del gremio metalúrgico con el 92% de los votos.

Enseguida modificó los reglamentos para que cerrar cualquier posibilidad de eternizarse en el cargo. Es un hombre sin rencor. Hoy Brasil es el quinto país de la tierra por territorio y población y está a punto de convertirse en la quinta potencia económica. Y lo logró sin forzar la ley, generando más riquezas, sin mentir las cifras de la inflación a la que definió como una desgracia para cualquier país y sin atacar la libertad de expresión.
 
Fue mas a fondo todavía cuando confesó:” yo aprendí a no quejarme todo el día ni a decir que la prensa es la culpable de todo. La prensa que se excede en la crítica deja de ser creíble. Y la que se excede en el elogio, también”. La tiene clarísima. Escuche esta otra definición y dígame si no le produce sana envidia: “un presidente no sabe de todo y por eso debe escuchar a toda la sociedad”. Es un líder de diálogo, un especialista en la negociación desde que entró como delegado gremial a defender sus compañeros en San Pablo. Uno no quiere comparar con Cristina porque no corresponde pero es difícil no ceder a la tentación.

Digamos para ser lo mas honestos intelectualmente posible que Lula hizo todas estas definiciones abriendo su corazón para mostrarse tal cual es. No lo hizo para criticar a Cristina a la que siente una compañera de ruta y una amiga. Pero también llamó “mi amigo”, en tres ocasiones al gobernador de Córdoba que es un peronista disidente y a Víctor de Gennaro que lideró la CTA y hoy es un diputado tan honrado como opositor. Como si esto fuera poco, Lula es un conductor de coraje. En la vida enfrentó y derrotó a las peores adversidades. Hace poco a un maldito cáncer de garganta. Pero además, se le plantó al mismísimo Bush que lo invitaba a invadir Irak y le dijo con respeto y firmeza: “Esa no es mi guerra, señor presidente. Mi guerra es contra la pobreza y la miseria”. Nunca apeló a la mentira ni a la demagogia. Anoche confesó que durante el primer año de su gobierno hizo el “ajuste mas grande de toda la historia”, pero que era necesario para después poder crecer sin inflación.

Cuando era gremialista la inflación era del 80%. Cuando asumió, Fernando Enrique Cardoso la había bajado al 12% y Lula la llevó al 4,5%. Es una de sus satisfacciones porque dice que una inflación baja es una ganancia extraordinaria para los trabajadores. ¿Cómo se dirá INDEC en portugués? ¿Y Guillermo Moreno? Anoche Lula se emocionó cuando contó que el hijo del jardinero del cementerio mas pobre de San Pablo está estudiando diplomacia. Y recordó que él, es el primer presidente de la historia de Brasil sin título universitario. Y que espera que sea el último. Por eso también es el jefe de estado que más universidades construyó en su gobierno. Dice que la palabra clave de estos tiempos es inclusión.

Lo dice Lula que fue excluido hasta de las necesidades más básicas de un ser humano. Vendió naranjas por las calles, durmió en una casilla con sus 7 hermanos y hace dos años lo declararon el dirigente más influyente del mundo. Por eso me dieron ganas de decir que Lula no se muera nunca. Que sea un espejo, una guía, nuestra utopía latinoamericana. Mientras más Lulas haya sobre el planeta mas felices seremos.