Sergio Massa, de la mano de Silvio Rodríguez, podría decir que lo han estremecido un montón de mujeres. Ninguna de nieve. Hay por lo menos cuatro mujeres de fuego que impactaron en su vida.

La última fue Cristina Fernández. Fue la que lo eligió como jefe de gabinete y que un año después, lo tiró por la ventana y lo acusó de traidor. Ya Néstor le había escupido esa frase que quedará en la historia. Después de un partido de fútbol en la quinta de Olivos, Kirchner le dijo a “massita” como lo apodó para ningunearlo que “vos sos tan vivo y tan hijo de puta como hace falta para ser presidente”. Sergio Massa tiene virtudes y defectos como todos.

Pero hay algo que demostró que tiene que ver con la dignidad personal y el coraje para no dejarse humillar. Y eso vale mucho en la vida y mucho más en el peronismo. Cuando Néstor le pasó la factura porque en Tigre había sacado más votos que él y lo insultó, Massita se convirtió en Mazazo y lo agarró del cuello. Dicen que tuvieron que pararlo para que no lo cagara a trompadas. Cuando vió que la única posibilidad de subsistir en la mesa chica del poder era decir todo que si y arrodillarse para ser castigado dijo en la embajada de los Estados Unidos que los Kirchner eran monstruos perversos.

Después lo desmintió, como no podía ser de otra manera, pero en momentos claves les puso límites a los Kirchner. Massa tiene esa gran ventaja sobre Daniel Scioli: jamás se dejó humillar. El otro capítulo de Massa con Cristina fue haberle hecho caso a su consejo. La presidenta, ante cualquier crítica por mas constructiva que fuera, sentada sobre ese tesoro de 12 millones de votos, decía chicanera: “Si no les gusta lo que yo hago, formen un partido y ganen las elecciones”. Y Massa le hizo caso: formó un partido, el Frente Renovador y ganó las elecciones. ¿Eso lo convierte en el sucesor de Cristina como conductor del peronismo? Todavía no ganó esa carrera pero fue el primero en largar. Todavía falta mucho y el intendente de Tigre deberá confirmar y aumentar su triunfo el 27 de octubre para transformarse en el líder que el peronismo no kirchnerista está buscando. Tiene todas las condiciones: es un candidato taquillero, joven, ambicioso y hasta ahora, supo olfatear para donde va el viento de las demandas sociales.

Ni Massa ni su esposa Malena son sumisos. Todo lo contrario. Sergio es más prudente en las formas pero se planta y da pelea cuando lo considera necesario. La segunda mujer de las que marcaron su carrera sin dudas es su joven e impulsiva esposa. Malena Galmarini es de armas tomar. No se calla y ya lo demostró. Le dijo forro a Scioli y si bien ayer pidió disculpas por el exabrupto, agregó que el gobernador también debía pedirle disculpas a ella por haber sugerido que el robo a mano armado en su casa fue un autoatentado para victimizarse. No se puede entender a Sergio sin Malena.

Son otro matrimonio que incluye una sociedad política. Dos militantes casados, como los Kirchner, los Duhalde, los Galmarini que son los padres de Malena y como los Perón. Precisamente, la suegra de Sergio y la madre de Malena, la ex diputada Marcela Durrieu también atravesó política y personalmente a Massa. Fue la que lo conoció en la militancia del peronismo menemista en San Martín y se lo presentó a su hija. La futura suegra lo miró y le vió uñas de guitarrero, es decir posibilidades de ser un buen padre de sus nietos, y un dirigente político con proyección nacional. Cristina, Malena, Marcela, son todas mujeres bravas como la cuarta mujer que marcó la vida de Massa: Graciela Camaño.

La Negra, como le dice Sergio es su madrina política. La que lo formó desde pichón y tal vez por eso, le haya transmitido los huevos que hacen falta para ser peronista en los barrios hostiles de San Martín y al lado de Luis Barrionuevo. Nadie olvida que Camaño se hizo de abajo, se recibió de abogada hace poco igual que Massa y tuvo sus 15 minutos de fama el día que le pegó un cachetazo a Carlos Kunkel. Esto recién empieza en todos los sentidos. Massa demostró que tiene pasta para ser presidenciable aunque todavía le faltan varios golpes de horno y rendir varios exámenes.

Su mayor virtud es que tiene a Roberto Lavagna a su lado. Su mayor defecto es que no pronuncia la palabra corrupción como si quisiera garantizar impunidad a los actuales gobernantes. Fue el gran triunfador de las elecciones porque se convirtió en el sepulturero de la reelección de Cristina y en el instrumento que eligieron millones de bonaerenses para ejercer su voto castigo. Esto recién comienza. Es solo un primer paso en las PASO. Neil Armstrong cuando pisó la luna dijo: “es un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad.” La historia dirá si el pequeño paso de Massa es un gran salto para el peronismo.