Aquel día fue el más glorioso de nuestra historia. Es que parimos la patria. Con mucho esfuerzo y sacrificio, dimos a luz como pueblo. Dejamos de ser colonia para pelear por nuestra verdadera libertad. Tal vez todavía hoy, lo estemos haciendo.


Los criollos estaban reunidos en la Plaza Mayor. La historia escolar nos habla de paraguas, escarapelas y coraje. Veníamos de rechazar en las invasiones inglesas, a uno de los ejércitos más organizados y aguerridos de la época. Demostramos que estábamos en condiciones de defendernos por nuestra cuenta. Que en pocos años más nos íbamos a merecer nuestro propio himno, nuestra bandera idolatrada. Desde aquellos días heroicos el pueblo quiere saber de que se trata. Desde que asomó el sol del 25 venimos repitiendo con cierta emoción: feliz día de la patria. Porque ese día se formó nuestro primer gobierno patrio.


Es una buena ocasión para preguntarnos ¿Que es la patria? No es una gigantesca porción de tierra con límites que figura en los mapas. La patria no es una ilusión cartográfica. Yo le estoy hablando del territorio de nuestros sueños colectivos. Leopoldo Marechal decía que “la patria es un dolor que nuestros ojos no aprender a llorar/ la patria es un dolor que aún no tiene bautismo”. ¿Cómo se hace patria? Construyendo un futuro digno para nuestros hijos. La patria somos todos y la herencia que dejamos. Los valores que recibimos de nuestros padres y de nuestros abuelos. La cultura del trabajo y el esfuerzo.


La mano tendida de la solidaridad. La honradez puesta en un altar inviolable. El respeto de la ley, la apuesta eterna por la democracia que rechaza todo tipo de autoritarismo. La justicia social que permita la igualdad de oportunidades y una educación para todos. Y las agallas para enfrentar las adversidades. Manuel Belgrano, que fue un gran patriota de verdad, lo definió así: “La patria es el sentimiento de libertad que es capaz de transformar en héroes a los ciudadanos mas simples”. Es una forma maravillosamente actual de ver la patria. De convertirla en la plataforma de lanzamiento de las innovaciones, de la creatividad puesta al servicio del progreso colectivo. Esos son los laureles que nos supimos conseguir.


La patria no es la codicia de unos pocos ni los que meten la mano en la lata ni los que estafan al pueblo, ni los que viven sacando ventajas y especulando. Esos son los burdeles que no supimos eliminar. De esa batalla cotidiana entre los laureles y los burdeles que nos supimos conseguir y que no supimos eliminar nace todos los días la patria que tenemos. Hay que mirarla hacia el futuro como la patria que queremos. La que tenemos que sembrar.


La que hay que refundar. La patria somos todos y es lo que somos. Vale la pena tomar por asalto el cielo celeste y blanco. Un periodista patriota y revolucionario como Mariano Moreno ofreció su corazón por la educación. Escribió que “si los pueblos no se ilustran, si no vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y, después de vacilar algún tiempo entre mil certidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía.” En esa sabiduría están los cimientos de la patria.


Ellos parieron la patria con esa lucidez y esa valentía. Porque fueron capaces de dar la vida por esa patria que nacía. A esta epopeya estamos convocados todos los días. Y mucho más cuando decimos, feliz día de la patria. Para que el pueblo sepa realmente que es lo que pasa. Ayer, hoy y siempre.


Para que el sol del 25 siga asomando para todos. Y esa construcción colectiva llamada patria nos llene de orgullo y bizarría como esa bandera que a San Lorenzo se dirigió inmortal. Habíamos dado el primer paso, habíamos sembrado la primera semilla. Seis años después, lograríamos nuestra independencia. Y recién allí amanecería en esta tierra una nueva y gloriosa Nación.