“Si la educación familiar recobra su protagonismo, muchas cosas cambiarán para bien. Es hora de que los padres y las madres regresen de su exilio y se impliquen plenamente en la educación de sus hijos”, dijo durante su catequesis en la audiencia general que celebra cada miércoles en la plaza de San Pedro.
 
Francisco comenzó su alocución destacando "qué difícil es que los padres eduquen a sus hijos cuando los ven sólo por la tarde y vuelven a casa cansados" y señaló que es "aún más difícil para los padres separados".
 
Lamentó que "intelectuales de todo tipo hicieron callar a los padres de mil maneras para defender a las jóvenes generaciones de los daños - verdaderos o presuntos - de la educación familiar".
 
Sobre ello, Francisco lamentó la presencia de los llamados "expertos" que saben de todo y los padres deben solo "escuchar, aprender y adecuarse" y así, "se los privó de su papel" y "así se vuelven excesivamente aprensivos y posesivos con sus hijos, hasta llegar a no corregirlos nunca".
 
Francisco aseguró que "la alianza educativa está en crisis en nuestros días" y como ejemplo también citó "las tensiones y desconfianza entre padres y profesores".
 
Jorge Bergoglio citó una anécdota personal de su niñez y explicó que un día la maestra convocó a su madre porque le había contestado mal y su madre le pidió que pidiera perdón y después lo regañó en casa.
 
"Si pasa esto ahora, son los padres los que van a regañar a la maestra", dijo.
 
El pontífice argentino también reconoció cómo ahora no hay tiempo para "hablar, reflexionar y confrontarse", pues "muchos padres están secuestrados por el trabajo y otras preocupaciones, abrumados por las nuevas exigencias de sus hijos y de la complejidad de la vida actual y se paralizan a la hora de actuar".
 
Pero, agregó, "el papel de los padres es insustituible, sólo ellos pueden compensar algunos errores".
 
Francisco también aconsejó a los padres que no "exasperen" a sus hijos y que tampoco los "desanimen", "pidiéndoles cosas que se sabe que no pueden hacer".
 
A los padres separados, Francisco les pidió que "no hagan rehenes a sus hijos" ya que a veces por las disputas "son los hijos los que llevan el peso de esa separación".