La Ferrari es mía, mía. Esta frase quedó instalada en la memoria colectiva como el símbolo de aquellos presidentes que se creen los dueños del país. Ese concepto de Carlos Menem hoy se podría asimilar al pensamiento de Cristina que todos los días con sus acciones nos dice: El estado es mío, mío. El matrimonio Kirchner llevó esta deformación a su máxima expresión. Han considerado al estado como botín de guerra. Lo han tomado por asalto.

En lugar de comportarse como inquilinos de la Casa Rosada se creen propietarios. Solo les falta la reelección indefinida para escriturarla a su nombre. ¿Pondrá algún día Cristina en su declaración patrimonial un inmueble situado en Balcarce 50? Han convertido a la sede del gobierno en una Unidad Básica que ni siquiera es del Partido Justicialista. La cosa es mas sectaria y excluyente todavía. Ni siquiera es del Frente para la Victoria. Hoy es centro de operaciones de La Cámpora, que es como decir, los hijos de Cristina. Ella misma lo puso en esos términos muchas veces. De hecho el fundador de la agrupación es Máximo Kirchner.

A esta altura es grave el uso y el abuso que hacen del poder. En los últimos días han sucedido cosas groseras pero que no produjeron un gran rechazo en la sociedad. Edward Murrow, el periodista norteamericano perseguido por el macartismo, decía que una sociedad de ovejas engendra un gobierno de lobos.

La utilización sistemática de la cadena nacional viola la ley de medios y todos los códigos republicanos. La norma dice que es para emergencias o situaciones extremas. Sin embargo funciona como un mecanismo de escrache y castigo a todos los que pongan de mal humor a la presidenta: puede ser un abuelo que le quiera regalar 10 dólares a su nieto, un empresario inmobiliario que se queje porque se frenó la actividad o un periodista que cuente una pelea en YPF. Todos estamos a tiro de la cadena. Hay cadenazos para todos…. Y todas.

Malgastar los dineros públicos que aportamos todos los argentinos en una publicidad oficial con forma de millonaria zanahoria para chupamedias y de latigazo para los periodistas independientes ya era inquietante. Convertir a Fútbol para Todos en una maquinaria propagandística monopólica de todo lo bueno que hace el gobierno fue un paso mas en el mismo sentido. Pero dedicarle horas y horas a un spot televisivo para atacar al jefe de gobierno de la ciudad batió todos los records del despropósito. El gobierno dispone de publicidad para dar a conocer los actos de gobierno. Hoy la utiliza como una ametralladora contra los adversarios convertidos en enemigos.

Tratar a las cárceles y a los colegios primarios y secundarios como un coto de caza de miliantes camporistas es directamente jugar con fuego. Porque el fracaso del sistema carcelario, tapizado de torturas y reincidencias se multiplica cuando se quiere utilizar a delincuentes como mano de obra barata sin la menor intención de resocializarlo como corresponde a los derechos humanos de todos, también de las víctimas. Lo que el diario La Nación y Jorge Lanata mostraron sobre el burdo adoctrinamiento que hace La Campora entre los chicos de las escuelas es un límite que no se debería haber cruzado. Es un regreso a lo peor del pasado. Al lavado de cabeza. A pisotear las leyes que prohiben los símbolos partidarios en las aulas y al intento de sumarlos a su militancia con el dinero de todo el pueblo argentino que está conformado por personas de todas las ideologías.

El nivel de frivolidad pequeño burguesa que demuestran bajando línea disfrazada con un juego del Eternauta es vergonzoso. En la Matanza necesitan cloacas, agua corriente, trabajo, seguridad, solidaridad y una verdadera educación que recupere la movilidad social ascendente. Eso es justicia social. El resto es confiscar el estado para una parte de los argentinos. Una cosa es militar en un partido nacional y otra muy distinta es haber partido a la Nación.

Luis XIV , rey de Francia fue el que en un sincericidio histórico dijo : “El estado soy yo”. Estuvo 72 años en el poder con un régimen que es sinónimo de monarquía absoluta. El rey sol, le decían, el centro de todo el universo. Cristina debería recordar que el estado no es de Ella. Para que nadie la confunda con una reina. En la Argentina no hay monarquía.