Hola amor mío, ¿cómo estás? ¿sigues estando bien? ¿muy bien?
Esta fue una intensa semana, eche algunas manos y algunas manos me echaron. Conocí nuevas personas, y personas nuevas me conocieron. Comprendí que no me pierdo, sino que descubro nuevos lugares.
Cambié de país varias veces, volé, camine de la mano la orilla del mar, mire el horizonte y el verdor de la tarde.
 
Hoy recordé que algún día fuimos un gran Equipo. Una verdadera familia. Nacidos como Uno, nos dividimos. Tribus, facciones, clanes, naciones, religiones, ideologías, ejércitos, cuerpos, órganos, células, moléculas.
 
Mi Dios frente a tu Dios. Mi verdad contra la tuya. Nos matamos los unos a los otros en una proporción incalculable, sangrienta solo capaz de la especie humana, esa que creo los campos de concentración de Auschwitz pero también esa misma que es capaz de jugarse la vida por un desconocido hambriento o tirarse al revuelto río a salvar un cachorro de cervatillo.
Dejamos de escucharnos, dejamos de vernos a nosotros mismos en los ojos de los demás. Caímos en el engaño. Nos hicimos devotos de la creencia, y preferimos luchar por tener la razón escupiendo todas las razones posibles a cualquier precio.
 
Algunos de nosotros estamos ahora despertando, llevas años escuchándome decir que LA FAMILIA ES URGENTE. Una NUEVA familia; UNA FAMILIA DE NUEVO. Un Equipo. Reconociéndonos a nosotros mismos y a los demás como presencia Sagrada, más allá de las apariencias, credos, colores, género, raza, apetencias sexuales o lo que fuere; no varias presencias, sino una. Sin religión, sin linajes, sin colores que resten, queremos SUMAR, porque tu y yo, somos mucho más que dos. Diferencias, sí; pero no una separación esencial. Celebrando nuestra diversidad, recordando nuestra naturaleza compartida.
 
A medida que la ilusión se intensifica, también lo hace una llamada al despertar, no un cimbronazo o alarma contra incendios, una campana reparadora y sonora, como las que sonaron aquella mañana desde Venecia, ¿lo recuerdas amor? Aquel día, eran allí las 6 y acá las 2, te dije adiós y salí a correr sobre sus puentes, mirando el mar, cara al sol, despertando a los olores y las esencias de una vieja ciudad que me resonaba nueva, más la nueva era yo que yo era otra.
A medida que las sombras gritan más fuerte y se hacen más oscuras, la fuente de luz se hace más evidente, más clara la silueta. La oscuridad es sólo una invitación para que entre la luz. Jamás hubo dos.
 
Amor, ¿estas bien? Yo aquí charlándote, besándote con el susurro de mi voz como si fuera agua bendita que cure nuestros pecados si los hubiera, quimera de la hoguera donde nos quemaron antaño de siglos por pensar adelantado o responder que a tierra era redonda. ¡Que pérdida de árbol talado! Para convertirnos en ceniza, mi amor.


Y aunque sé que no estoy sola, a veces… no se que me enloquece que me mata la pena. Ah, si, que quizás aún tengamos una oportunidad de ser mejor gente, que tu y yo no somos dos, somos UNO Y MUCHO MÁS QUE DOS.
BENDITA CONCIENCIA.