La presidenta Cristina Fernández recibió en Roma una distinción de la sede de la oficina de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) en reconocimiento a las políticas públicas del país por mantener durante 25 años los niveles de desnutrición en cifras “estadísticamente insignificantes, por debajo del 5%. El reconocimiento es para la Argentina por el rol que hemos desarrollado en políticas públicas para combatir el hambre”, explicó al reclamar “una más justa distribución de la riqueza” como solución a los problemas de alimentación mundiales. “Alimentos hay, lo que le falta a mucha gente es dinero para poder acceder a ellos”, argumentó.
 
La jefa de Estado destacó que la Argentina “es gran productora de alimentos. Tenemos la capacidad para abastecer a más de 400 millones de personas. Este año, vamos a batir un récord: de las 115 millones de toneladas de granos proyectadas, vamos a obtener 119 millones”. En este contexto, explicó que los gobierno argentinos de este siglo decidieron, al revés de lo planteado en los 90, “derramar el vaso para el lado del conjunto de la sociedad”, con políticas redistributivas, porque de esa forma se “dinamizaba la economía”.
 
En este marco, mencionó las políticas implementadas por el Gobierno para pasar de “un cuadro de pobreza extrema, endeudamiento y multiplicidad de monedas”, que comenzaron en 2003 con un “plan alimentario nacional” y siguieron con la “reindustrialización del país” que generó “más de seis millones de puestos de trabajo” y un “salario mínimo, vital y móvil que crece año a año por encima de la inflación”. Así, remarcó, el índice de pobreza se ubica en Argentina “por debajo del 5 por ciento, y el índice de indigencia en 1,27 por ciento, lo que ha convertido a la Argentina en uno de los países más igualitarios”. Agregó que estos avances van de la mano de planes de mejoras estructurales que son vitales para la salud de la población, como es “el agua potable y la red cloacal”.
 
En este sentido, preconizó que “la especulación tenga regulación”, como “tantas otras cosas en el mundo”, para evitar el hambre en el mundo, aunque esto debe ser “sin ahogar el interés privado” y sin hacer que los productores “pierdan dinero”. Y recordó cuando el precio del arroz subía como consecuencia de la “especulación”, porque se sabía que los Estados y los organismos internacionales iban a recurrir a brindar ayuda.