El ministro de Defensa, Arturo Puricelli, reiteró su hipótesis de que el hundimiento del buque Santísima Trinidad pudo haber ocurrido tras un "sabotaje" y reconoció que "se le cae la cara de vergüenza" ante las consultas de la presidenta Cristina Kirchner sobre qué pasó con la embarcación que se hundió amarrada.

"Se me cae la cara de vergüenza cuando la Presidenta me pregunta", confesó el funcionario en declaraciones radiales, y volvió a sostener sus especulaciones de que el buque de guerra podría haber sufrido un "atentado".

"Dentro de toda la sorpresa que me causa el incidente vivido por el Santísima Trinidad, indudablemente nosotros no descartamos bajo ningún aspecto la posibilidad de un sabotaje", ratificó.

El ministro evaluó que "es raro que, estando amarrado a puerto, se pueda hundir en cuestión de horas sin ninguna razón aparente".

"O ha habido una mano rara o tienen que buscar una explicación de cómo un buque se hunde estacionado en el puerto", advirtió Puricelli anoche, en una aparición en la TV Pública, al sembrar dudas sobre lo ocurrido con el destructor, que tocó fondo en un sitio donde la profundidad del agua no supera los seis metros. En la Armada ya había dicho que la evaluación de los daños podría demorar una semana.

Desde Defensa se instruyó al jefe de la Armada, almirante Daniel Alberto Martin, para abrir un sumario en la fuerza por el hundimiento de la nave, que se encontraba amarrada en Puerto Belgrano, en virtual estado de abandono desde hace casi una década.